Cómo conseguir la atención de un niño con autismo con un perro

Cómo conseguir la atención de un niño con autismo con un perro

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) 1 de cada 160 niños tiene Trastorno del Espectro Autista (TEA) y, según la Confederación de Autismo, alrededor de unas 450.000 personas en España padecen esta enfermedad. Este trastorno psicológico no tiene cura, pero con las Terapias Asistidas con Animales (TAA) se logra conseguir una evolución considerable y progresos en los pacientes.

Las Terapias Asistidas con Perros tienen como objetivo ayudar a los niños que sufren este trastorno psicológico a desarrollar habilidades de comunicación, propiciar escenarios de socialización y apertura emocional. Unos de los principales síntomas de esta enfermedad, que se descubre en los primeros años de vida, es que las personas no se comunican o relacionan con los demás. Esto se puede detectar, por ejemplo, porque no se implican en juegos interactivos, no responden cuando se les llama por su nombre, balbucean en vez de conversar y no mantienen contacto visual cuando se les habla.


¿Cómo se llama la atención de un niño con autismo en una sesión de terapia con un perro?

Lo primero que hace el terapeuta es buscar un lugar tranquilo para el niño, en el que haya pocos estímulos espaciales. Una vez conseguido esto, el punto de partida para trabajar en la sesión es lograr un vínculo entre el perro y el niño. Si se logra que se interese en el perro, le cambiará el foco de atención, que está orientado hacia su mundo interior, y le ayudará a tener más contacto con la realidad exterior.

El niño del vídeo no quiere interactuar con el perro, pero el terapeuta descubre que el cubo de figuras geométricas le gusta mucho y plantea la posibilidad de que juegue con él en el collar del animal. La terapia resulta un éxito porque se logra encontrar un objeto que los une, algo común que puede vincular al niño con el animal. En este caso, además de llamar su atención y lograr que interactúe con el perro, el niño fortalece su motricidad fina y gruesa.

Utilizando la imaginación, el terapeuta ha conseguido que el niño se interese y realice alguna interacción con el perro y ha alcanzado otro objetivo más: fortalecer la autoestima del niño en todo momento. El terapeuta y su familia saben que es importante decirle que lo está haciendo bien, lo cual le ayuda a ganar confianza y seguridad en sí mismo y su entorno.

Sesión tras sesión de terapia, lo que se espera conseguir es que el niño vaya perdiendo el miedo al contacto visual, que las sonrisas sean más frecuentes y que empiece a expresar sus emociones.