Por qué los perros de protectora también pueden ser excelentes perros de terapia

Por qué los perros de protectora también pueden ser excelentes perros de terapia

Aún se tiene la idea preconcebida que los perros de criador, en concreto, los Golden Retriever y Labrador, son los más adecuados para ser usados como perros de terapia. Pero esta idea es errónea. De hecho, en los últimos años, son muchas las entidades y asociaciones que apuestan por adoptar perros de protectoras para estos casos.

Independientemente de si un perro es de raza, mestizo, de criador o de protectora, un perro que va a trabajar en terapias asistidas por animales debe de cumplir una serie de características.

Las 5 cualidades esenciales de un perro de terapia

  1. Debe de gustarle y buscar el contacto humano. Hay que pensar que un perro de terapia estará expuesto al contacto permanente con las personas, por tanto, no sólo debe aceptarlo sino que debe buscarlo y disfrutar de ello.
  2. Que tenga un comportamiento equilibrado y fiable. Eso quiere decir que no tenga miedos y presente una conducta predecible. Muchos de los usuarios con los que se trabaja muestran conductas imprevisibles o pueden resultar muy intensos en sus acciones. Otros pueden tener la necesidad de llevar muletas o caminadores. Por lo tanto, un perro de terapia no debería asustarse fácilmente y, si lo hace, tendría que tener un nivel de recuperación rápido.
  3. Que le guste trabajar por comida o juego. No hay nada más frustrante para los usuarios que tener un perro que no quiere colaborar. Los perros a los que les gusta la comida o el juego resulta más fácil trabajar con ellos y crean un vínculo mayor y más rápido con los usuarios.
  4. Que no tenga ninguna traza de agresividad hacia personas u otros perros. Parece obvio pero muchos perros cuando trabajan con grupos de comportamientos intensos (como TEA o Salud Mental) pueden estar sometidos a manipulaciones inadecuadas, por lo que jamás un perro de terapia debería mostrar una conducta agresiva aunque, evidentemente, nos puede mostrar su disconformidad ante la situación.
  5. Deben estar controlados por un veterinario y no sufrir ninguna enfermedad.

También es importante tener en cuenta la edad del animal. Un cachorro está en fase de desarrollo y aprendizaje por lo que no es conveniente que realice terapias. Podemos llevarlo de manera puntual a realizar visitas pero estas deben ser breves y monitorizadas. Una sobreexposición a los usuarios puede terminar por crear una asociación indeseada. Además, hay que tener en cuenta que los perros que realizan sesiones de terapias deben saber controlar sus necesidades. Entidades Internacionales como IAHAIO o AAII recomiendan el uso de animales en las sesiones de terapias a partir de los 12 meses.

Una vez tenemos esta base es muy importante un buen adiestramiento, primero en lo que se llama "obediencia básica" que son los comandos fundamentales y que nos dan un buen control sobre el animal (sienta, tumba, en pie, quieto y llamada). Y, segundo, en habilidades propias de un perro de terapia como, por ejemplo, llevar objetos a los usuarios o pasar por debajo de las piernas, entre otras muchas habilidades.

Hasta aquí hemos visto como una buena selección y adiestramiento es clave para poder tener un buen perro de terapia. A partir de este punto es importante ir exponiendo al animal de manera progresiva a diferentes entornos y colectivos, ya que debe estar cómodo con todo tipo de personas, desde enfermos mentales hasta niños con espectro autista. También es importante habituar al animal a todo tipo de mobiliario como pueden ser sillas de ruedas, muletas, camas motorizadas, así como a diferentes entornos: espacios muy cerrados, reducidos o al aire libre.

Por otra parte, una sesión de terapia nunca debería exceder los 60 minutos, siendo el periodo de trabajo del animal de unos 45 minutos, aunque depende mucho del colectivo con el que se trabaje. Por ejemplo, con niños con espectro autista el tiempo puede ser mucho menor por su nivel de intensidad y en algunos casos llegar sólo a los 5 minutos. En estos casos, lo ideal sería ir introduciendo al perro de manera paulatina para no crear un rechazo ni estresarlo. Es clave tener conocimientos caninos para controlar en todo momento las señales de estrés de nuestro animal y ver si el entorno y colectivo son demasiada carga para él. Si sometemos a nuestro perro de manera habitual a un nivel de estrés elevado llegará un momento que no querrá trabajar. En ningún caso deberíamos interponer las terapias al bienestar animal.

Un caso real: "Pipa"

Como hemos visto un perro de protectora puede ser un perfecto candidato para convertirse en un excelente perro de terapia. Este es el caso de Pipa, una perrita de 7.5 kg de peso recogida en un contenedor de basuras y llevada a la protectora de Tarragona. La historia de Pipa conmueve mucho a los jóvenes y usuarios con los que trabajamos, ya que es una muestra de superación y de segundas oportunidades.

Una amiga veterinaria que trabaja en la protectora me avisó, comenta Maribel Vila del equipo de Terapias Asistidas de la Fundación Affinity, de que había llegado Pipa al centro y que estaban buscando una familia. Me comentó que parecía tener un carácter estupendo y que podría servir para nuestro trabajo.

Lo primero que me llamó la atención de ella fue que buscó el contacto humano inmediatamente. Aún y estar rodeada de perros y tener muchos estímulos los ignoró por completo y vino directamente hacia donde estábamos las personas. Primer punto a su favor: buscaba el contacto humano de manera clara y por encima de todo.

El segundo paso fue exponer a Pipa con otros perros y ver su reacción. Pipa mostró curiosidad pero ninguna traza de agresividad.

Al ser un perro pequeño Pipa es ideal para trabajar encima de las personas y es un perro que la gente tiende a querer coger en brazos. Por ello, probamos su comodidad cuando se la alzaba y manipulaba. Pipa resultó ser una perrita a la que le encantaba subirse de manera natural a las personas y acurrucarse en su regazo. No mostró ningún síntoma de incomodidad ni estrés ante las manipulaciones físicas.

A continuación, probamos su nivel de motivación con premios y vimos que Pipa era muy golosa. Respondía a la comida y, por lo tanto, parecía una estupenda candidata.

A partir de aquí quedaba la última fase de pruebas. Saldría de la protectora y la integraríamos en una familia, tanto humana como canina. Tendría que compartir su espacio con otros 3 perros y comprobaríamos si en casa y en la ciudad Pipa era tan idónea como parecía en la protectora.

Pipa salió de la protectora en abril del 2013 y resultó ser una excelente perra, de hecho, es una perra que nos ha robado el corazón a todos y continúa haciéndolo en los programas de terapias. Demostró tener una personalidad despierta y con gran curiosidad. Le gusta investigar y aunque puede ser independiente en sus paseos por el campo busca de manera constante nuestros mimos.

Empezó su adiestramiento a las pocas semanas de llegar a casa, primero en obediencia básica y luego en habilidades, pero antes nos dio una sorpresa. ¡Tuvo 6 cachorritos! Venía embarazada pero debido a su largo pelo nadie lo detectó, ni ella manifestó ningún síntoma. En la actualidad, Pipa es un extraordinario perro de terapias. Cumple con todos los requisitos y, junto con un adecuado adiestramiento, ha sabido llenar de felicidad a muchos usuarios.

Otro caso real: "Calvin"

Calvin es un mestizo de mastín español, muy grandote, que encontraron pasando sus días hurgando en los contenedores de basura para poder sobrevivir. Acompañaba a Pipa, de hecho, los dos juntos fueron rescatados por los voluntarios de una protectora, quienes les sacaron de la incertidumbre para darles cobijo, comida y seguridad.

Es cierto que una protectora no puede sustituir el calor de un hogar, pero para muchos perros es la mejor opción después de haber tenido la mala suerte de perderse o de ser abandonados por personas supuestamente responsables de su bienestar.

Como en el caso de Pipa, Calvin tuvo suerte porque los técnicos del equipo de Intervenciones Asistidas con Animales de Fundación Affinity nos fijamos enseguida en él y lo adoptamos, señala Mona Tellier miembro del equipo técnico. Y ahora vive con nosotros, los técnicos y sus familias y, por supuesto, con los demás miembros caninos de la casa. Son primero los animales de la familia, y luego, gracias a sus características especiales, son perros de las IAA.

Hay ciertas cualidades que nos convencieron para elegir a Calvin como futuro colaborador en las Intervenciones Asistidas con Animales. Calvin es un perro muy sociable y seguro de sí mismo, tiene ganas de colaborar con las personas, de aprender y de jugar. Además, fue desde el inicio receptivo a ser educado con cariño, utilizando los métodos de refuerzo positivo. Y ahora está ya acostumbrado a distintos entornos, lo más importante para él es la oportunidad de interactuar con las personas esté donde esté. Es por todas estas virtudes que se pudo enseñar a Calvin a trabajar codo a codo con la gente en las sesiones de IAA.

Razones de tener un perro de terapia que procede de una protectora

Hay una serie de razones por las cuales un futuro perro de IAA puede ser adoptado de un refugio y no comprado de un criador o de otra fuente.

  • Un perro adulto adoptado ya sabe hacer sus necesidades fuera de la casa.
  • Es tan fácil educar un perro adulto como lo es educar un cachorro. Incluso se puede decir que es más fácil, dado que el perro es más maduro y menos imprevisible.
  • Muchos perros adoptados de una protectora ya vienen esterilizados. Por tanto, no se pasa por la incomodidad de tener una perra en celo, o tener machos ansiosos para escaparse y conocer a la hembra.
  • Los perros adultos son como son y no se necesita predecir como será su aspecto o tamaño en el futuro. Al elegirles puedes concentrarte en los aspectos más importantes, que son su carácter y si será fácil educarle o no.
  • Una vez educado adecuadamente se puede empezar a trabajar en las IAA con los perros adultos. Incluso hacer todo tipo de actividades con ellos: deportes, salir de vacaciones u otras actividades familiares. Un perro adulto ya no crecerá más, ni físicamente ni en madurez.

Por supuesto que se puede adoptar a un cachorro y educarle para ser un perro de las IAA. Pero con los adultos como Pipa y Calvin se puede ahorrar mucho tiempo. Y además, un perro adulto adoptado se siente mucho más agradecido cuando ve que es apreciado y es útil.