Las 10 cosas que no tienes que hacer con un transportín

Las 10 cosas que no tienes que hacer con un transportín

1. Utilizar el transportín del tamaño equivocado

Si es demasiado pequeño, el gato podría no tener sitio ni para tumbarse cómodamente ni para dar la vuelta. El hecho de no estar cómodo puede empeorar su percepción del transportín.

2. Poner dos gatos en el mismo transportín

Incluso cuando los gatos se llevan bien, para evitar tensiones inútiles no se recomienda transportar dos o más gatos a la vez en el mismo transportín.

3. Olvidarse de lavar el transportín después de cada uso

Con nuestro olfato "limitado" no conseguimos detectar muchas señales olfativas que podrían molestar al gato y podrían dificultar su entrada voluntaria en el transportín. Para asegurarse que el olor del transportín no es un problema se aconseja lavarlo después de cada uso con agua y jabón, aún mejor si es con un detergente enzimático. El lavado es especialmente importante cuando la experiencia anterior en el transportín ha sido desagradable y el gato ha dejado un mensaje olfativo de peligro gracias a su feromonas de alarma o si se utiliza el mismo transportín para transportar varios gatos que no se conocen o que tienen una mala relación entre ellos.

4. Perseguir al gato, atraparlo y obligarlo a entrar en el transportín

Para los gatos que tienen problemas con el transportín, cada experiencia confirma su mala percepción. Cuando sacamos al transportín del trastero, desde el punto de vista del gato, empiezan a ocurrir acontecimientos extraños y atemorizantes. Su compañero humano empieza a perseguirle por los pasillos e intenta alcanzarle en su refugio debajo de la cama; cuando por fin le coge, lo sujeta firmemente y lo encierra en el transportín. Si esto es lo que ocurre habitualmente hay que suspender enseguida cualquier manipulación desagradable y empezar un entrenamiento para que el gato entre solo en el transportín. Eso sí, el entrenamiento requiere tiempo, así que mejor que no haya visitas veterinarias o viajes en programación durante los próximos días.


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5. Sacar el transportín sólo cuando toca ir al veterinario

El transportín debería ser un elemento más del mobiliario. Muchos propietarios lo tienen escondido en algún sitio hasta que lo vuelven a necesitar. Entonces lo sacan del trastero o del armario, empiezan la "pelea" para que el gato entre y, cuando el gato ya está "atrapado", la puerta del transportín suele volver a abrirse encima de la mesa de una clínica veterinaria. En general, cuando esto ocurre, el gato ya ha cambiado de idea y no quiere salir del transportín que ahora le parece un lugar más seguro de que lo que hay fuera, pero igualmente un sitio donde se viven malas experiencias.

Cuando el transportín se gestiona de esta manera, los únicos recuerdos que el gato tiene del transportín no son buenos. Además este habitáculo puede acabar convertido en una señal indiscutible de que la visita veterinaria es inminente. En algunos casos el transportín también puede indicar al gato que se avecina un viaje en coche y, si al gato no le gusta viajar, el transportín acaba siendo otra vez la señal de que algo desagradable está en camino. Para romper esta asociación, el transportín debería formar parte del ambiente de vida del gato, ser uno de sus escondites seguros dentro de casa, donde el gato descansa, juega y duerme. Si se utiliza de esta manera, el gato no debería huir al verlo.

6. Utilizar el transportín sin haber acostumbrado el gato antes

Si no le has entrenado para que tenga una buena impresión del transportín, lo más probable es que su percepción de él vaya empeorando cada vez que entre en su interior. Otro error parecido consiste en dejar de practicar los ejercicios de habituación una vez que el gato ha empezado a entrar al transportín.

7. Olvidarse del punto de vista del gato una vez encerrado en el transportín

Algunos gatos prefieren ver lo que hay en el exterior, pero la mayoría se asusta al ver el mundo fuera del transportín, muchos nunca han visto perros, coches, motos, etc. Por eso, estarán más tranquilos si se les tapa la visión colocando una toalla o sábana encima del transportín. Lo ideal es que la toalla o sábana huela a su casa y podría incluso estar rociada con feromonas de familiarización. Si no te has planteado nunca cómo se ve el mundo desde el interior de un transportín, con ese vídeo puedes hacerte una idea.

8. Mover el transportín de forma brusca con el gato dentro

Evita a tu gato sustos innecesarios llevando cuidado cuando desplazas el transportín. Intenta reducir el balanceo cuando lo llevas en mano (si lo aguantas con las dos manos es más estable) y evita movimientos bruscos o golpes contra tus piernas, los marcos de las puerta y otros objetos. Si utilizas un transportín con ruedas, pon cuidado también con el ruido según el tipo de suelo. Una vez en el coche, es preferible colocar el transportín bien sujeto en el suelo. Si lo colocas en un asiento, asegúralo con un cinturón de seguridad. Recuerda que cuanto más estable se encuentre el gato más tranquilo estará.

Tips #1. Un transportín con un gato dentro puede pesar varios kilos y no siempre es fácil de manejar y de mover sin brusquedad. Si te quieres asegurar de que puedas moverlo de manera suave coloca algún peso en el transportín simulando el peso del gato y empieza a practicar sin el animal.

9. Castigar al gato por hacer sus necesidades en el transportín

Cuando un animal se asusta puede ocurrir que no se pueda aguantar y acabe orinando o defecando donde no debe. Tenlo en cuenta y no utilices como camita en la base del transportín ningún material que no quieres que se ensucie.

10. Olvidarse de poner en práctica algunas simples precauciones cuando el viaje en transportín acaba en una clínica veterinaria

- No dejes el transportín en el suelo de la sala de espera. Mejor colócalo en una silla o incluso en el mostrador de la recepción.

- Evita que pueda ver a otros animales.

- No saques al gato del transportín hasta que lo indique el personal de la clínica.

- Pasa el menor tiempo posible en la sala de espera. Pide cita y deja el gato en el coche hasta que le toque entrar.

Tips #2. Algunas clínicas veterinarias están especialmente adaptadas a las necesidades de los gatos y les ayudan a vivir experiencias menos estresantes. Se conocen como clínicas "amables con los gatos" o "cat friendly". Al cumplir una serie de requisitos relativos a sus instalaciones y organización, reciben un reconocimiento internacional otorgado por la Sociedad Internacional de Medicina Felina, ISFM, en colaboración con el Grupo de Estudio de Medicina Felina de España, GEMFE. En el siguiente enlace encontrarás el listado de las clínicas acreditadas en España: http://icatcare.org/cat-campaigns-cat-friendly-clinic/accredited-clinics