Equipo Buddies: Polet, el independiente

Su mirada perspicaz y la picardía intrínseca en su naturaleza se desdibujaron el día que Dolores, su propietaria, cumplía 93 años y falleció. Polet, sin embargo, no sabía que iba a continuar dando alegría a gente mayor y a niños también.

Con su inteligencia y afectuosidad se ganó la elección de "Positivas Can", una asociación con equipo técnico para terapias asistidas con animales que colabora con la Fundación Affinity, y que ante la imposibilidad de ser adoptado por un familiar de Dolores, vieron en él al perro faldero capaz de arrancar sonrisas allí donde esté. Y no defraudó, una vez superados los miedos que generó su nuevo entorno, muy distinto al que había vivido durante algo más de dos años, se volvió aún más sociable y simpático con todo el mundo.

Polet nació hace cuatro años en Alicante y es hijo de una caniche miniatura que se cruzó con otro pequeño, quizás con un "Yorkshire" porque su tipo de pelo tiene más que ver con esa raza. Desde allí fue a una pequeña casa de Sant Boi de Llobregat para hacerle compañía a Dolores, que vivía sola y padecía de la enfermedad de Alzheimer.

La familia ayudaba a la mujer a conservar lo máximo posible su autonomía; ella, por la mañana contaba con ayuda en la casa y, por la tarde, asistía a un centro de ayuda. Por la noche como compañía tenía a Polet, que durante el día tenía todo el jardín a su disposición y lo compartía con muchos gatos callejeros.

Aprovechando que la valla tenía un pequeño agujero salía a la calle, por suerte era una calle sin salida, poco transitada por coches. Así pasaba todo el día feliz con sus propias aventuras y, como es muy listo, deducía la hora de la llegada de su dueña y solía ir a esperarla en la parada de autobús, que quedaba muy cerca.

Desde "Positivas Can" empezaron a ir a su casa dos o tres veces a la semana, para enseñarle algunas tareas que ayudarían a Dolores. Después de seis meses de trabajo, Polet aprendió a apretar un botón de teleasistencia cuando la entrenadora caía al suelo, la idea era que si la mujer se caía cuando estaba sola y sin la posibilidad de llegar al botón por sí sola, Polet le ayudaría.

También aprendió a dar vueltas por sí mismo delante de una persona cuando sonaba el teléfono fijo; así, si la dueña estaba en el jardín, Polet le podría avisar de una llamada dentro de la casa. Y la última habilidad interiorizada fue la de rasgar el brazo o la pierna de la persona dormida en la cama cuando oía a alguien llamando por la ventana de la habitación, la que daba al jardín.

Dolores solía dormir profundamente y a veces echaba llave a la puerta antes de acostarse dejando al familiar o a la asistenta fuera de la casa sin la posibilidad de entrar. Como Polet dormía cada noche con ella, la idea era que hiciera de “despertador” en el caso de que Dolores no oyera las llamadas. Pulidas las tres habilidades y cuando Polet iba a empezar a brindarle estos servicios a Dolores, ella se puso enferma.

Con cuatro años de edad y con un peso de solo cuatro kilos Polet es el más pequeño del grupo, adicto a las caricias pero muy independiente, características idóneas para trabajar el contacto físico y el cariño.

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