Los perros y las terapias Asistidas con Animales

En las Terapias Asistidas con Animales (TAA), el perro de terapias es un compañero de equipo, se incorpora a las sesiones individuales o grupales y trabaja como puente de comunicación entre el terapeuta y el paciente.

Al ser el perro el actor más importante en el desarrollo de las terapias, el proceso de selección es fundamental y el adiestramiento debe estar orientado al alcance de las actividades específicas. Después de algunos años, el técnico de terapias debe decidir cuándo retirar al perro del trabajo, de acuerdo con su estado físico y psicológico.

Pipa y Bau, dos perros de terapia ejemplares

Pipa y Bau son perros de terapias vinculados al proyecto “Buddies”. Maribel Vila, Técnico de Terapias de la Fundación Affinity, los seleccionó sobre la premisa de que les debe gustar el contacto humano y, después de varios años, ambos perros siguen dispuestos a participar en las actividades y mejorar la vida de las personas.


Pipa

Pipa es una mestiza de 8 kg que había sido abandonada en un contenedor de basura y tuvo mucha suerte porque fue adoptada rápidamente. Tenía aproximadamente un año cuando Maribel la visitó en la protectora. Pipa se le acercó inmediatamente y, aunque había otros perros y otros estímulos, ella buscaba siempre el contacto humano. Inició su adiestramiento, y su labor como perro de terapias, cuando ya era una adulta y se ha adaptado perfectamente a las actividades específicas de las terapias.


Bau

Bau es un perro labrador, un perro de criador, era muy equilibrado para ser un cachorro y ahora, que tiene más de nueve años, sigue siendo un perro muy tranquilo, dulce y muy paciente. Con dos meses de vida, justo el primer día que llegó, ya estaba siendo entrenado como perro de terapias y, aunque actualmente está retirado, participa en conferencias y actividades que no le implican mucho esfuerzo físico. Ha sido retirado del trabajo en activo porque tiene artrosis en un codo, lo cual afecta su bienestar físico.

Ambos perros viven con su adiestradora porque, como afirma Maribel, es importante que el perro viva con su guía. No sólo porque es una manera de generar un gran vínculo entre los animales y el técnico de terapias, sino porque facilita que se pueda trabajar con ellos, permite saber cuándo el perro tiene suficiente presión y también saber con certeza su estado físico y psicológico.

¿Cómo se realiza la selección de un perro de terapias?

Aunque existen diferentes perfiles de perros de terapias, se debe prestar mucha atención al proceso de selección: por más cariñoso, juguetón o amigable que pueda ser un perro, no significa que esté preparado para ser un perro de terapias. Este tipo de perros cumple con unas características particulares y recibe un proceso de adiestramiento específico.

Al seleccionar un perro de terapias se debe observar si busca y disfruta de manera natural del contacto humano, si tiene capacidad de trabajo, es decir, que quiera hacer actividades a cambio de un refuerzo, normalmente comida o juego.

No le debe resultar estresante enfrentarse a grupos de personas que lo van a tocar, abrazar, peinar, darle órdenes, etc. No significa que debe soportar cualquier tipo de manipulación física, sino que debe disfrutar el contacto.

El perro de terapias debe tener un carácter predecible, no debe tener ningún trazo de reactividad o agresividad. Por su bienestar y el de los pacientes, el perro debe estar físicamente saludable, no debe tener ningún tipo de dolor porque puede reaccionar negativamente al contacto físico.

Además de todo esto, se debe tener en cuenta que para seleccionar bien al perro de terapias, se debe ver en qué condiciones ha sido criado o acogido (si los espacios son adecuados, si las instalaciones están limpias, si ha tenido estimulación temprana), esto influirá positiva o negativamente en su comportamiento. Si el perro es un cachorro, también es importante, conocer el temperamento de sus padres, ya que en la carga genética se heredan características como el miedo y trazas de agresión.

Todos los perros de terapias seleccionados son adiestrados en positivo, el perro aprende a cumplir tareas específicas a cambio de refuerzo (aquello que el animal más le gusta). Además de seguir órdenes, para comportarse correctamente, el perro desarrolla muchas habilidades para la realización de las sesiones de terapias, que siempre están orientadas a su interacción con los pacientes.

Es importante tener claro que un perro de terapias es un animal de compañía, que merece vivir en las mejores condiciones. Si el perro es saludable y feliz podrá seguir ayudando a mejorar la vida de más personas.

Sigue este enlace para saber más sobre las Terapias Asistidas con animales: ¿Qué son las TAA?